Labrando el Erial

Erial: Dícese de una tierra o de un campo sin cultivar ni labrar.







Hay que comenzar, como todas las cosas, por un principio, y este blog pretende ser mi pequeña aportación, mi pequeña semilla para ayudar a cultivar el erial cultural en el que vivimos.



Probablemente nadie leerá nada de lo que aquí aparezca publicado, pero hay que pelear con los medios que tenemos a nuestro alcance para contribuir así a despertar las mentes aletargadas, adormecidas y aborregadas por la televisión y el utilitarismo.







sábado, 25 de mayo de 2013

Lógica



Con la lógica más elemental, la que nos puedan haber enseñado en el parvulario, es posible demostrar cómo siguiendo unos sencillos precedimientos se pueden cambiar ciertas condiciones en un objeto determinado. No hace falta estar dotado de una gran inteligencia, ni ser una lumbrera para saber, por ejemplo, que si se confronta aire frio sobre un líquido caliente éste tenderá a enfriarse. Pues bien, hoy pareciera que hemos desterrado esa sencilla lógica de nuestra vida. A una buena parte de la sociedad española de hoy, no le importa proclamar que la única solución a los males que nos azotan se encuentra en la contradicción, que no podemos confrontar los problemas con las soluciones que nos dicta esa lógica elemental. Parecen estar convencidos de que para crear trabajo se han de despedir trabajadores, que para crecer económicamente hay que empobrecerse, que para tener mejor educación y sanidad hay que dejar morir escuelas y hospitales públicos.

Claro que, mirado desde otro ángulo distinto, la cosa sí empieza a tener su lógica. Si lo miramos desde la óptica de la lógica capitalista, entenderemos que cualquier argumento es válido si la finalidad es la de salvar el orden económico imperante. Bajo este prisma, el ser humano se convierte en mercancía, en objeto, en medio para conseguir los fines propuestos por los sujetos especuladores, aquellos que conducen esa gran maquinaria. En lugar de poner la economía al servicio de las personas, somos los ciudadanos, los trabajadores, quienes debemos hacer cualquier cosa, cualquier sacrificio, para contentar al dios implacable “dinero”, y a sus apóstoles en la tierra (FMI, BCI, OCDE…). El ciudadano deja de ser fin y parte activa de la política, para convertirse en sujeto pasivo, a quien se le imponen a conveniencia las distintas políticas economicistas dictadas por las empresas privadas, que es lo que son, al fin y al cabo, esa abstracción a la que hoy llamamos “mercado”.

Pues bien, ahora tenemos la oportunidad de ser coherentes, de volver a actuar con lógica. Ahora que ya sabemos  cuál es el escenario en el que nos movemos, no podemos contentarnos con parches impuestos, con soluciones que no pueden atajar el problema real. La lógica nos impele a ser y a actuar como sujetos de cambio político. Avancemos hacia el socialismo, sin complejos, con la seguridad de que la política con mayúsculas ha de ser la fuerza transformadora de todas las sociedades.