Labrando el Erial

Erial: Dícese de una tierra o de un campo sin cultivar ni labrar.







Hay que comenzar, como todas las cosas, por un principio, y este blog pretende ser mi pequeña aportación, mi pequeña semilla para ayudar a cultivar el erial cultural en el que vivimos.



Probablemente nadie leerá nada de lo que aquí aparezca publicado, pero hay que pelear con los medios que tenemos a nuestro alcance para contribuir así a despertar las mentes aletargadas, adormecidas y aborregadas por la televisión y el utilitarismo.







miércoles, 17 de abril de 2013

El Hombre Postmoderno y la Lógica Capitalista



Es curioso que a estas alturas del desarrollo humano todavía existan personas que no saben, o que no se acuerdan que hubo un tiempo no muy lejano en que en el mundo existieron otras formas de organización social distintas del capitalismo. Es curioso observar como estas personas rechazan sistemáticamente cualquier atisbo de cambio de sistema económico; cuando oyen la palabra “socialismo” se sorprenden de que siquiera lo plantees, acto seguido repiten cual papagayos las consignas lanzadas por, no lo olvidemos, el mismo sistema que salió triunfante y el que domina hegemónicamente  casi la totalidad del planeta.

Sería bueno recordar que a mediados de los ochenta del siglo pasado tuvo lugar una gran revolución en occidente. Esta revolución, claro está, es mucho más prosaica que las anteriores revoluciones en la historia de la emancipación humana, tanto es así que sin temor podría llamársele contra- revolución, o mejor aún, anti- revolución. La historia nos revela que en ella los dos presidentes de las dos naciones más industrializadas y prósperas del mundo se dieron la mano, y al dictado de las grandes multinacionales, del gran capital, comenzaron a impulsar y desarrollar un sistema económico en el que el estado social fuera progresivamente despareciendo a favor de la iniciativa privada y del capital. A este sistema se le llama neoliberalismo económico, también se le llamó globalización, y hoy día, más que una crisis lo que estamos viviendo es un decisivo ataque de este gran capital a fin de lograr sus últimos objetivos.

A esta “revolución”, claro está no podía permanecer ajeno el pensamiento. En esos años de transición donde el sueño del socialismo soviético se desvaneció debido a una gran crisis económica producida precisamente por este capitalismo salvaje globalizador, se produjeron toda una serie de profundos cambios culturales y sociales. Uno de los más llamativos y paradigmáticos es el de las tesis sobre el “fin” de la evolución en todo sentido. Es decir, muchos autores llegaron a concluir que el desarrollo humano no podía considerarse más una evolución, un mero desarrollo sucesivo. De ahí se derivaron una serie de tesis como la de Danto que proclamaba que el arte llegó a su fin porque después del retorno a lo real que supuso el pop art no podría existir una legitimación desde la estética que pudiera rechazar cualquier práctica artística. Tras la desaparición de la unión soviética en “El fin de la historia”, Francis Fukuyama  propugnó el fin de toda ideología distinta al liberalismo.

Este cambio cultural y del pensamiento humano supuso en gran medida la creación del hombre postmoderno, un ser aislado y asocial en muchos sentidos. El fin de la historia, de la metafísica de la historia, ha dado lugar a un pensamiento único, a una sola cosmovisión en la que no cabe otra visión distinta de la realidad que se nos impone desde el capital. Es tan fuerte esta realidad que, ya no la utopía, sino siquiera la distopía nos parecen imposibles, como cuentos de hadas. La única realidad posible es la del dinero, la de la mercancía comprable y vendible.

Sin embargo, en mi opinión, no creo que las tesis posthistóricas hayan sido realizadas a mayor gloria del capitalismo, sino todo lo contrario. En origen, éstas fueron propugnadas en aras de una mayor emancipación del ser humano respecto de cualquier dogma impuesto heterónomamente, fue un llamado a una especie de anarquía autárquica. Lo que nunca se tuvo en cuenta desde estas tesis es la posibilidad de  que la libertad que soñaban sería absorbida por esta realidad uniformante, convirtiendo al individuo postmoderno en huérfano de ideales. Ya nadie creería en nada, por tanto nadie tendría que luchar por nada, además luchar tampoco serviría de nada… y así el hombre postmoderno se ha encontrado en una espiral de escepticismo de la que no le es posible escapar.

Sin embargo, sí es posible que exista una realidad distinta alejada de la realidad dominante y absolutista. No sabemos hacia donde se pueda dirigir este individuo, este ser humano en transición desde su época moderna hacia un mundo distinto. Puede dirigirse hacia lo mejor, pero también hacia lo peor. Estemos siempre alerta para transitar por los mejores canales a fin de llegar a buen puerto.