Fuente Original: Wikipedia.
Rosa Luxemburgo nació el 5 de marzo de 1871 en Zamosc, cerca de Lublin, en la Polonia entonces controlada por Rusia, en el seno de una familia de origen judío. Su padre fue Eliasz Luxemburg III, comerciante de maderas, y su madre Line Löwenstein.
Rosa Luxemburgo nació el 5 de marzo de 1871 en
Zamosc, cerca de
Lublin, en la
Polonia entonces controlada por
Rusia, en el seno de una familia de origen
judío. Su padre fue
Eliasz Luxemburg III,
comerciante de maderas, y su madre Line Löwenstein.
Al mudarse a
Varsovia, Rosa asistió a un instituto femenino (
Gymnasium)
desde 1880. Incluso a esa edad tan temprana, Rosa aparece ya como
miembro del partido polaco izquierdista «Proletariat» desde 1886. Este
partido se fundó en 1882, 20 años después de la aparición de los
partidos obreros en Rusia, e inició su andadura política con la
organización de una huelga general, tras la cual el partido fue
desbaratado y cuatro de sus líderes condenados a pena de muerte. Algunos
de sus miembros consiguieron reagruparse en secreto, uniéndose Rosa a
uno de estos grupos.
En 1887 Rosa terminó la educación secundaria con un buen expediente, pero tuvo que huir a
Suiza en 1889 para evitar su detención. Allí asistió a la
Universidad de Zurich junto a otras figuras socialistas, como
Anatoli Lunacharsky y
Leo Jogiches, estudiando
filosofía,
historia,
política,
economía y
matemáticas de forma simultánea. Sus áreas de especialización fueron la
teoría del Estado, la
Edad Media y las crisis económicas y de intercambio de stock.
En 1890, la ley de
Bismarck que prohibía la socialdemocracia fue derogada, lo cual permitió que un legalizado
Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) consiguiera escaños en el
Reichstag.
Una vez en él, y a pesar de su discurso comunista, los miembros
socialistas del parlamento centraron su labor cada vez más en la
obtención de ventajas parlamentarias y en su enriquecimiento personal
Rosa Luxemburgo, por el contrario, se mantuvo en sus principios marxistas. En 1893, junto a
Leo Jogiches y
Julian Marchlewski (alias Julius Karski), fundaron el periódico
La causa de los trabajadores (Sprawa Robotnicza), oponiéndose a las políticas nacionalistas del
Partido Socialista Polaco. Rosa Luxemburgo creía que una
Polonia independiente sólo podía surgir tras una revolución comunista en
Alemania,
Austria y
Rusia.
Ella mantenía que la lucha debía focalizarse en contra del capitalismo,
y no en la consecución de una Polonia independiente, negando por lo
tanto el derecho de autodeterminación de las naciones bajo el
socialismo, lo cual causaría su posterior enfrentamiento con
Lenin.
Junto con
Leo Jogiches fundó el
Partido Socialdemócrata del Reino de Polonia (SDKP), que posteriormente se convertiría en el
Partido Socialdemócrata del Reino de Polonia y Lituania
(SDKPiL) al unirse a la organización socialdemócrata de Lituania. A
pesar de vivir durante la mayoría de su vida adulta en Alemania, Rosa
Luxemburgo permanecía como la principal teórica de la socialdemocracia
polaca, liderando el partido junto a Jogiches, su principal organizador.
En 1898, Rosa Luxemburgo obtuvo la ciudadanía alemana al casarse con
Gustav Lübeck, y se mudó a
Berlín.
Allí participó activamente con el ala más izquierdista del Partido
Socialdemócrata Alemán (SPD), definiendo claramente la frontera entre su
fracción y la teoría revisionista de
Eduard Bernstein, atacándole en 1899 en un folleto titulado
¿Reforma Social o Revolución?.
La habilidad retórica de Rosa pronto la convirtió en una de las líderes
portavoces del partido. Ella denunció repetidamente el creciente
conformismo
parlamentario del SPD frente a la cada vez más
probable situación de guerra. Rosa insistió en que la crítica diferencia
entre capital y trabajo sólo podía ser contrarrestada si el
proletariado tomaba el poder y se producía un cambio revolucionario en
todo el contexto de los medios de producción. Quería que los
revisionistas abandonaran el SPD, lo cual no tuvo lugar, pero al menos
consiguió que el líder del partido,
Karl Kautsky,
mantuviera el marxismo en el programa del partido, incluso cuando su
intención era exclusivamente aumentar el número de escaños en el
Reichstag.
Desde 1900, Rosa Luxemburgo expresó sus opiniones sobre los problemas
económicos y sociales en varios artículos en periódicos de toda
Europa.
Sus ataques al militarismo alemán y al "imperialismo" se volvieron más
insistentes conforme vislumbraba la posibilidad de la guerra, e intentó
persuadir al SPD de significarse en la dirección opuesta. Rosa
Luxemburgo quería organizar una huelga general que uniera solidariamente
a todos los trabajadores y evitar la guerra, pero el líder del partido
se opuso, lo que provocó su ruptura con Kautsky en 1910.
Entre 1904 y 1906 su trabajo se vio interrumpido a causa de tres
encarcelamientos por motivos políticos. Sin embargo, Rosa Luxemburgo
mantuvo su actividad política; en 1907 tomó parte en el V Congreso del
Partido Obrero Socialdemócrata Ruso en Londres, donde se entrevistó con Lenin. En el
Segundo Congreso Socialista Internacional en
Stuttgart, presentó la resolución —que fue aprobada— de que todos los partidos obreros europeos debían unirse para evitar la guerra.
Por esos años, Rosa comenzó a enseñar marxismo y economía en el
centro de formación del SPD en Berlín. Uno de sus alumnos fue el que más
tarde se convertiría en líder del SPD y primer presidente de la
República de Weimar,
Friedrich Ebert.
En 1912, su cargo de representante del SPD la llevó a los congresos
socialistas europeos como el que tuvo lugar en París. Ella y el
socialista francés
Jean Jaurès propusieron que, en el caso de que estallara la guerra, los partidos obreros de Europa debían
declarar la huelga general. Al ocurrir el
atentado de Sarajevo contra el
archiduque Francisco Fernando y su mujer, el
28 de junio de
1914, y aparecer la guerra ya inevitable, organizó varias manifestaciones (por ejemplo la de Fráncfort) llamando a la
objeción de conciencia en el
servicio militar
y a no obedecer las órdenes. A causa de esto, fue acusada de «incitar a
la desobediencia contra la ley y el orden de las autoridades» y
sentenciada a un año de prisión. Su detención, sin embargo, no se
produjo inmediatamente, lo que le permitió tomar parte en una reunión de
la dirección socialista en julio, en la que confirmó que el sentimiento
patriótico de los partidos obreros era más fuerte que su conciencia de
clase.
Primera Guerra Mundial
El
28 de julio comenzó la
Primera Guerra Mundial al declarar el
Imperio austrohúngaro la guerra a
Serbia. El
3 de agosto de 1914 el
Imperio alemán declaró la guerra a Rusia. Al día siguiente, el
Reichstag aprobó por unanimidad financiar la guerra con
bonos de guerra.
Todos los representantes socialdemócratas votaron a favor de la
propuesta e incluso el partido llegó a declarar una tregua con el
gobierno, prometiendo abstenerse de declarar huelgas durante la guerra.
Para Rosa Luxemburgo, esto fue una catástrofe personal que incluso la
llevó a considerar la posibilidad del suicidio: el
revisionismo, al cual se había opuesto desde 1899, había triunfado y la guerra estaba en marcha.
Junto con
Karl Liebknecht,
Clara Zetkin y
Franz Mehring, creó el grupo Internacional el
5 de agosto de 1914, el cual se convertiría posteriormente el
1 de enero de 1916 en la
Liga Espartaquista. Escribieron gran cantidad de panfletos ilegales firmados como «Espartaco», emulando al
gladiador tracio que intentó la liberación de los esclavos de
Roma. Incluso la misma Rosa Luxemburgo adoptó el apodo de «Junius», tomado de
Lucius Junius Brutus, el cual se considera fundador de la
República de Roma.
El nuevo grupo rechazó el «alto el fuego» entre el SPD y el gobierno alemán del Káiser
Guillermo II
por la cuestión de la financiación de la guerra, luchando
vehementemente en su contra e intentando provocar una huelga general.
Como consecuencia de ello, el
28 de junio
de 1916 Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht fueron sentenciados a dos
años y medio de prisión. Durante su estancia en la penitenciaría fue
trasladada dos veces, primero a
Poznań y posteriormente a
Breslau.
Durante este tiempo escribió varios artículos usando el seudónimo de
«Junius», los cuales fueron sacados clandestinamente de la cárcel y
publicados ilegalmente. En ellos se incluía el titulado «La Revolución
rusa», en el cual criticaba ampliamente a los
bolcheviques
y con lúcida anticipación avisaba del peligro de que se desarrollase
una dictadura si se seguía el criterio bolchevique. (Ella sin embargo
continuó utilizando el término dictadura del proletariado, según el
modelo bolchevique).
Fue en este contexto en el que escribió su famosa frase: «
Freiheit ist immer die Freiheit des Andersdenkenden»
(La libertad siempre ha sido y es la libertad para aquellos que piensen
diferente). Otra publicación de la misma época —junio de 1916— fue
La crisis de la socialdemocracia. En 1917, cuando los
EE. UU. intervinieron en el conflicto, la Liga Espartaquista se afilió al
Partido Socialdemócrata Independiente de Alemania (USPD), compuesto también por antiguos miembros del SPD opuestos a la guerra, fundado por
Karl Kautsky. El
9 de noviembre
de 1918 el USPD llegó al poder como gobernante de la nueva república
junto con el SPD, tras la abdicación del kaiser Guillermo II y tras el
levantamiento conocido como la
Revolución de Noviembre alemana, la cual comenzó en
Kiel el
4 de noviembre
de 1918, cuando 40.000 marineros e infantes de marina tomaron el
control del puerto en protesta por los planes del Alto Mando Naval
Alemán de un último enfrentamiento con la
Real Marina Británica, a pesar del hecho de que estaba claro que la guerra se había perdido. El
8 de noviembre,
los comités de trabajadores y soldados controlaban la mayor parte del
oeste de Alemania, dando lugar a la formación de la República de
Consejos (
Räterepublik), basados en el sistema de
sóviets ruso desarrollado en la
revolución rusa de 1905 y 1917.
Rosa Luxemburgo salió de la cárcel de
Breslavia el
8 de noviembre;
Liebknecht lo había hecho poco antes y había ya comenzado la
reorganización de la Liga Espartaquista. Juntos crearon el periódico
La Bandera Roja, en uno de cuyos primeros artículos Rosa reclamó la
amnistía para todos los prisioneros políticos, abogando por la derogación de la
pena de muerte.
Sin embargo, el frente unido se desintegró a finales de diciembre de
1918, cuando el USPD abandonó la coalición en protesta por los
compromisos adquiridos con el
status quo capitalista por el SPD. El
1 de enero de
1919 la Liga Espartaquista junto a otros grupos socialistas y comunistas (incluyendo la
Internacional Comunista Alemana, IKD) crearon el
Partido Comunista de Alemania (
KPD),
principalmente gracias a la iniciativa de Karl Liebknecht y Rosa
Luxemburgo. Esta última apoyó que el KPD se involucrara en la asamblea
constitucional nacional —la que finalmente acabaría fundando la
República de Weimar—
pero su propuesta no tuvo éxito. En enero, una segunda ola
revolucionaria sacudió Alemania, la cual algunos de los líderes del KPD
—incluida Rosa Luxemburgo— no deseaban promover, previendo que iba a
acabar mal (aunque otros intentaron aprovecharse). En respuesta al
levantamiento, el líder socialdemócrata
Friedrich Ebert utilizó a la milicia nacionalista, los «Cuerpos Libres» (
Freikorps),
para sofocarlo. Tanto Rosa Luxemburgo como Liebknecht fueron capturados
en Berlín el 15 de enero de 1919, siendo asesinados ese mismo día. Rosa
Luxemburgo fue golpeada a culatazos hasta morir, y su cuerpo fue
arrojado a un río cercano. Liebknecht recibió un tiro en la nuca, y su
cuerpo fue enterrado en una fosa común. Otros cientos de miembros del
KPD fueron asesinados, y los comités suprimidos.
Dialéctica de la espontaneidad y la organización
La característica central de su pensamiento fue la
dialéctica de la espontaneidad y la
organización, en la cual debe considerarse la espontaneidad como a un acercamiento
radical (o incluso
anarquista), y la organización como un acercamiento más burocrático o institucional a la
lucha de clases.
De acuerdo con esta dialéctica, la espontaneidad y la organización no
son dos cosas separadas o separables, sino diferentes momentos del mismo
proceso, de forma que uno no puede existir sin el otro. Esta visión
teórica surge de la lucha de clases elemental y espontánea; y gracias a
estas perspectivas es como la lucha de clases se desarrolla hacia un
nivel superior.
La clase trabajadora de cada país sólo aprende a luchar en el curso
de sus combates (...) la socialdemocracia (...) es sólo la avanzadilla
del proletariado, una pequeña pieza del total de la masa trabajadora;
sangre de su sangre, carne de su carne. La socialdemocracia busca y
encuentra las vías, las consignas específicas, de la lucha de los
trabajadores solamente en el curso del desarrollo de esta lucha, y
adquiere la certeza del recto camino sólo a través de esta lucha.
De En la hora de la Revolución: ¿Qué es lo siguiente?
La espontaneidad está siempre mediatizada por la organización, así
como la organización debe ser mediatizada por la espontaneidad. Nada
puede ser más erróneo que acusar a Rosa Luxemburgo de mantener la idea
de un
espontaneísmo
abstracto. Ella desarrolló la Dialéctica de la Espontaneidad y la
Organización bajo la influencia de una ola de huelgas masivas en Europa,
especialmente durante la
Revolución rusa de 1905. En contra de la ortodoxia socialdemócrata de la
Segunda Internacional,
no consideraba la organización como el producto de la investigación
científico-teórica del imperativo histórico, sino como el producto de la
lucha de las clases trabajadoras.
«La socialdemocracia es simplemente la personificación de la moderna
lucha de clases del proletariado, una lucha que es conducida por la
conciencia de su propia consecuencia histórica. Las masas son realmente
sus propios líderes, y crean dialécticamente su propio proceso de
desarrollo. Cuanto más se desarrolle, crezca y se fortalezca la
socialdemocracia, mejor encontrarán su propio destino las masas de
trabajadores, el liderazgo de su movimiento, y la determinación de su
dirección en sus propias manos. Y como todo el movimiento
socialdemócrata es solamente la avanzadilla consciente del movimiento de
la clase obrera, que en palabras del Manifiesto Comunista
representa en cada momento particular de la lucha el interés permanente
por la liberación y los intereses parciales de la fuerza de trabajo vis à vis
con los intereses del movimiento como un todo, así dentro de la
socialdemocracia sus líderes son los más poderosos, los más influyentes,
los más preclaros y conscientes ellos se convierten simplemente en los
portavoces de los deseos y anhelos de las masas ilustradas, simplemente
los agentes de las leyes objetivas del movimiento de clase.» (De El liderazgo político de las clases trabajadoras alemanas)
y:
«La moderna clase proletaria no desarrolla su lucha de acuerdo a un
plan establecido en un libro teórico; la actual lucha de los
trabajadores es una parte de la Historia, una parte del progreso social,
y en el centro de la historia, en el centro del progreso, en el medio
de la lucha, aprendemos cómo debemos luchar... Esto es exactamente lo
más loable, esto es por lo que este colosal trozo de cultura, dentro del
moderno movimiento obrero, define una época: que las multitudinarias
masas de obreros fraguan primero con su propia consciencia, con sus
propias creencias, e incluso a partir de su propio conocimiento, las
armas de su propia liberación.» (De La Política de las Huelgas de Masas y los sindicatos)
Crítica de la Revolución de Octubre
En un artículo publicado justo antes de la
Revolución de Octubre, Rosa Luxemburgo caracterizó la
Revolución rusa de febrero de 1917 como una revolución proletaria, afirmando que la
burguesía
liberal tuvo que ponerse en movimiento a causa de la demostración de
fuerza del proletariado. La tarea del proletariado ruso era entonces
acabar con la guerra imperialista (la
Primera Guerra Mundial),
además de luchar contra la burguesía imperialista. La guerra mundial
imperialista maduró a Rusia para la revolución socialista. Así, «al
proletariado alemán... se le ha plantado también una cuestión de honor,
ciertamente fatídica».
Su aguda crítica a la Revolución de Octubre y a los bolcheviques
disminuyó en la medida en que ella explicó los errores de la revolución y
de los bolcheviques como «un completo fracaso del proletariado
internacional» (
Sobre la Revolución rusa). A pesar de toda su
carga crítica, dejó claro como credencial de los bolcheviques que al
menos ellos se habían atrevido a hacer la revolución.
«En esta erupción de la división social en el seno de la sociedad
burguesa, en la profundización internacional y el enaltecimiento del
antagonismo de clases radica el mérito histórico del Bolchevismo, y en
esta proeza - como siempre en las grandes conexiones históricas - los
errores y equivocaciones puntuales desaparecen sin dejar rastro.» (de Fragmentos sobre la Guerra, la Cuestión Nacional y la Revolución)
Tras la Revolución de Octubre, hacer ellos mismos una revolución se
convirtió en una «responsabilidad histórica» de los obreros alemanes, y
por tanto acabar con la guerra (
La Responsabilidad Histórica).
Cuando estalló la revolución en Alemania en noviembre de 1918, Rosa
Luxemburgo inmediatamente comenzó a agitar para provocar una revolución
social:
«La abolición de la ley del capital, la implantación de un orden
social socialista - esto, y nada más, es el tema histórico de la
presente revolución. Es una formidable empresa, que no puede
desarrollarse en un abrir y cerrar de ojos simplemente mediante decretos
desde arriba. Sólo puede llevarse a cabo a través de la acción
consciente de las masas trabajadoras en la ciudad y en el campo, sólo
mediante la más alta madurez intelectual y un inmarchitable idealismo
puede ser conducida seguramente a través de todas las tempestades hasta
arribar a buen puerto.» (El comienzo)
La revolución social demanda que el poder recaiga en las masas, en
las manos de los consejos de trabajadores y soldados. Este es el
programa de la revolución. Hay, sin embargo, un gran trecho entre un
soldado - desde un «Guardia de la Reacción» - y un proletario
revolucionario.
El papel del Partido
El partido, la guardia de asalto de la clase trabajadora, sólo tiene
que dar a las masas de trabajadores la visión de que el socialismo es el
medio que les liberará de la explotación, y promover la revolución
socialista. Las contradicciones internas del capitalismo, el antagonismo
entre capital y trabajo, mantendrá ocupada a la revolución. La
revolución, así, educará a las masas, haciéndoles revolucionarios:
«La Historia es el único maestro infalible, y la revolución la mejor
escuela para el proletariado. Ellas asegurarán que las "pequeñas hordas"
de los más calumniados y perseguidos se conviertan, paso a paso, en lo
que su visión del mundo les destina: la luchadora y victoriosa masa del
proletariado socialista y revolucionario.» (Conferencia Nacional de la Liga Espartaquista)
El deber del partido consiste solamente en educar a las masas no
desarrolladas para llevarlas a su independencia, hacerlas capaces de
tomar el poder por sí mismas. Lo que el partido debe asumir es la
educación en el elemento subjetivo de la Revolución, que es inculcar la
conciencia de su misión histórica en la clase trabajadora. La revolución
misma solo puede llevarse a cabo por la clase trabajadora. Un partido
que hable por los trabajadores, que los represente - por ejemplo en el
Parlamento - y actúe en su nombre, se enfangará y se convertirá él mismo
en un instrumento de la Contrarrevolución.
Últimas palabras: creer en la revolución
Las últimas palabras conocidas de Rosa Luxemburgo, escritas la noche
de su muerte, fueron sobre su confianza en las masas, y en la
inevitabilidad de la revolución:
«El liderazgo ha fallado. Incluso así, el liderazgo puede y debe ser
regenerado desde las masas. Las masas son el elemento decisivo, ellas
son el pilar sobre el que se construirá la victoria final de la
revolución. Las masas estuvieron a la altura; ellas han convertido esta
derrota en una de las derrotas históricas que serán el orgullo y la
fuerza del socialismo internacional. Y esto es por lo que la victoria
futura surgirá de esta derrota.
'¡El orden reina en Berlín!' ¡Estúpidos secuaces! Vuestro 'orden' está
construido sobre la arena. Mañana la revolución se levantará vibrante y
anunciará con su fanfarria, para terror vuestro: ¡Yo fui, yo soy, y yo
seré!» (
El orden reina en Berlín)