sábado, 8 de mayo de 2010
Ese bocadito de mediocridad diario.
Es algo amargo, un bocado que se toma día tras día.
Tienes tantas cosas que compartir que te pasarías el día hablando y hablando, sacarías lo mejor de ti, te enriquecerías con la opinión de los demás, crecerías, y sobre todo, serías consciente de tu existencia y de la de los demás...
Pero la realidad no es otra que la que vives diariamente: sigues la corriente, esa corriente que te arrastra por los vericuetos de una existencia gris. Las conversaciones te aburren, a veces incluso te son insoportables, aun así simulas que te interesan. No encuentras a nadie, ni siquiera entre los que más cerca tienes, que esté dispuesto a parar su tiempo unos minutos para detenerse, para pensar un poco y conversar de verdad.
Entonces, al fin te das cuenta: la mediocridad campa a sus anchas en cada palabra que sale de tu boca.
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